Por el asesinato del archiduque Francisco Fernando a manos de Gavrilo Princip hace ahora cien años, chispa que dinamitó todas las tensiones europeas de principios del siglo XX y desató la Primera Guerra Mundial. Por las imágenes que vimos en televisión de su Parlamento en llamas. Por el sitio de 4 años que padeció la ciudad en los noventa bajo las fuerzas serbias. Por su Biblioteca Nacional arrasada. Por el fuego de mortero contra los civiles. Por las macabras limpiezas étnicas en nombre de las cloacas nacionalistas. O por la "Avenida de los Francotiradores"...
Cito al enorme Javier Reverte, periodista de guerra en aquella época: "Para entender el cerco de Sarajevo y la carnicería que cumplen sin escrúpulos los serbios en la ciudad, basta con ver un plano de la urbe. Sarajevo se extiende como un rectángulo estrecho y largo, rodeado por sus lados norte, sur y este de colinas que se asoman justo sobre la ciudad, a muy escasa distancia. En horizontal, dentro del rectángulo, corre el río Miljacka, de oeste a este, y en paralelo al cauce circula la avenida principal, Maršala Tita o Mariscal Tito. Pues bien: los francotiradores serbios y sus baterías de morteros de 80 y 101 milímetros se sitúan en las colinas. Es fácil entender que desde el norte y el sur, la ciudad queda expuesta a las balas como en una caseta de feria y que las calles más peligrosas son aquellas que cruzan la ciudad en vertical.
Aquel jueves, en Sarajevo, la mañana había empezado como todos los días: ráfagas de metralla, explosiones intermitentes de mortero y balacera de tiradores por todos lados.
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