27 de abril de 2013

Lo que hay que ver: la horca más grotesca

Fotografío y publico más la cara amable de los sitios que piso, pero en la recámara tengo siempre imágenes menos agradables esperando su momento, especialmente de rincones urbanos despojados de vida y sentimientos, desagradables a veces. Como aún tengo muchas fotos de viajes y excursiones sin enseñar, lugares con encanto y paisajes que prefiero no olvidar, les voy dando prioridad, y así las otras van quedando en el fondo del baúl. Sin embargo lo de esta semana clama al cielo, no puede esperar más.
El lunes, de camino al trabajo poco antes de las seis de la mañana, me fijé en una devastada fachada de esas cuyas fotos llevan tiempo aguardando, y lo que vi fue sorprendente: el ahorcamiento de una paloma, una de las muchas y asquerosas que coexisten con nosotros y el asfalto. Pensé que no tardarían mucho en retirarla y que debía darme prisa en fotografiarla si no quería perder semejante oportunidad de crítica a la higiene y estética de las ciudades.
El viernes, ayer mismo, aún seguía ahí, sobre las cabezas de los peatones y junto a la terraza de una cafetería. Inadvertida, invisible. Como es lógico, ponerme a hacer fotos, allí donde a simple vista no hay nada más que la desidia cotidiana, despertó la curiosidad de la gente, que empezó a fijarse. Alguno preguntó por qué lo hacía- al fin y al cabo no era un coche de lujo, ni un famoso deportista o un "top ten" de guía turística-, como si tener una paloma muerta a dos metros sobre su aparato digestivo no fuese motivo suficiente para la crítica, como si un colchón de plumón y mugre no fuese un ejemplo evidente de lo que tenemos que aguantar los que pagamos impuestos.
Siento lo desagradable de la escena, el mensajero nunca es el culpable.

22 de abril de 2013

Mi amigo Wili

Rebuscando entre las conchas en la arena aparecen diminutos tesoros, como el pequeño Wili, de apenas dos centímetros de envergadura; todo un águila culebrera en su roca, seguro. La pinza sería de algún hermano mayor, aguerrido sin duda.
Pero suculentos platos para el macro hay por todas partes. Estos pedazos de musgo se habían desprendido de un muro orientado al Norte, ahora que la temperatura ha subido y la exposición al sol va in crescendo. Son minúsculas formas de vida que suelen pasar desapercibidas, y justo eso lo hace mucho más divertido.

19 de abril de 2013

17 de abril de 2013

250km/h

Todo pasa demasiado deprisa, pero al menos te quedas con la sucesión de panoramas; un enorme puzzle cuyas piezas apenas sientes unos segundos en las retinas.
A diferencia del avión, desde el que solo se percibe una alfombra de colores en la que casi nunca se intuyen las formas, en el tren te envuelven los paisajes en cuanto abres los ojos... aunque el AVE se mueve tan rápido que debes estar atento.
Desde la vega del Guadalquivir, pasando por las dehesas de Sierra Morena, la llanura manchega y la desaparición de la Meseta tras dejar atrás Madrid, los pueblos de piedra y sus caminos rurales, la aridez de Los Monegros, las huertas ilerdenses y los bosques catalanes hasta la aglomeración barcelonesa, sólo hay un elemento común: las horrendas fachadas exteriores de las ciudades y sus, aún más feas y descuidadas, zonas industriales.
Sólo hay que levantar la cabeza del móvil y mirar por la ventanilla, que nos vamos a volver imbéciles.

14 de abril de 2013

Lugares distinguidos: Casa Canals y Casa Castellarnau

Me pregunto cómo pasarán a la posteridad las casas de las familias derrochadoras de nuestro tiempo, muchas de ellas geometrías cúbicas decoradas sin corazón y menos personalidad. Hay multitud de programas insípidos que hablan de ellas, pero no dicen nada que no sirva para poner el listón cultural de sus habitantes a la altura del pasto de las vacas.
En los tiempos que corren yo no decoraría mi salón con elementos neoclásicos, isabelinos o lámparas de araña, por mucho dinero que tuviera, pero en la casa de una familia distinguida de hace siglo y medio significan exquisitez. No se pueden comparar los dormitorios y sus alcobas con las habitaciones minimalistas; las bibliotecas y despachos con la revista de decoración o arquitectura como única  expresión de literatura; los escudos y retratos familiares con una pintura abstracta de precio obsceno... pero apuesto a que muchas de las construcciones que hoy son singulares dentro de doscientos años serán escombros.
La diferencia está en haber pertenecido a una familia noble- y tener los privilegios propios de la época- o en tener la cabeza llena de pajaritos y aires de grandeza- en ocasiones acompañado por unos cuantos pelotazos urbanísticos-.

11 de abril de 2013

Islandia (XXI). Goðafoss y Akureyri, guindas en el pastel

Que la naturaleza está hecha a otra escala en Islandia es algo que habíamos podido comprobar desde el inicio del viaje, y especialmente en los alrededores del Krafla. Pero aún quedaban más muestras de grandiosidad, de paisajes donde el ser humano no puede imponer leyes.
Goðafoss, la cascada de los dioses, era el enésimo ejemplo de torrente masivo, ingobernable; una pared vertical con forma semicircular por la que se desploman miles de litros de agua sin cesar, igual que los dioses paganos arrojados por los islandeses al acoger el cristianismo allá por el año 1000, según las sagas nórdicas. Otra vez el sonido ronco que obliga a levantar la voz para hablar con el de al lado, de nuevo esa mirada de sorpresa, fascinación, asombro... en otro recodo de la carretera.
De allí nos dirigimos a Akureyri, la segunda área urbana más importante del país tras Reykjavík y su zona de influencia, con poco más de 17.000 almas. Situada al fondo del profundo Eyjafjörður y encajonada entre montañas salpicadas de granjas, tiene el aspecto del lugar perfecto para pasear durante la jubilación, respirar aire fresco y salir a pescar- arenques, bacalao o un resfriado-. Desde luego no pudo haber mejor colofón para un intenso día de naturaleza: antes de caer derrengados disfrutamos de una agradable caminata entre elegantes casas de colores suaves, maquilladas por la mágica luz del sol de medianoche, con sus sombras infinitas y sus tonos dorados engalanando el fiordo.