Su paisaje urbano, de tejas rojas rodeadas de fortificaciones y mar por tres de sus puntos cardinales, es sublime, digno legado de la nobleza que habitó este rincón del Adriático. Lugar de comerciantes, navegantes, riqueza, arte, cultura y rivalidad con Venecia; dan ganas de conocer su "stradun" retrocediendo 300 años en el tiempo.
4 de noviembre de 2014
Dubrovnik, al son de la burbuja
Dubrovnik, la antigua Ragusa, bien podría ser un monumento al Mediterráneo. Tiene una luz y un atardecer exquisitos, allá en el extremo meridional de la costa croata. Dicen que es "la perla del Adriático".
Su paisaje urbano, de tejas rojas rodeadas de fortificaciones y mar por tres de sus puntos cardinales, es sublime, digno legado de la nobleza que habitó este rincón del Adriático. Lugar de comerciantes, navegantes, riqueza, arte, cultura y rivalidad con Venecia; dan ganas de conocer su "stradun" retrocediendo 300 años en el tiempo.
La Ragusa de los siglos XV y XVI descollaba en el mar con más patrimonio y herencia humanística del planeta. Ahora lo sigue haciendo, pero con su personalidad histórica un tanto diluida: cruceros, restaurantes, hoteles y monumentos abarrotados en una de las referencias turísticas europeas. Otra forma de hacer caja.
Su paisaje urbano, de tejas rojas rodeadas de fortificaciones y mar por tres de sus puntos cardinales, es sublime, digno legado de la nobleza que habitó este rincón del Adriático. Lugar de comerciantes, navegantes, riqueza, arte, cultura y rivalidad con Venecia; dan ganas de conocer su "stradun" retrocediendo 300 años en el tiempo.
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