Basta con un sencillo plan de explotación: taquilla para cobrar en kunas y euros, una tarifa contundente, controles de acceso y una política flexible para que entre todo el que quepa. Así son, al menos, los parques nacionales croatas, las supuestas joyas de la corona proteccionista. Si hay dinero, poco importan la gestión, la mesura, la compatibilidad de usos, la presión al medio y su futuro. Bienvenidos a un santuario natural a rebosar de turistas.
El Parque Nacional Krka protege parte de la cuenca hidrográfica del río homónimo, que alberga ecosistemas casi intactos y una gran variedad de especies animales y vegetales, así como decenas de cavidades y estructuras kársticas, como los travertinos. Pero su gran atractivo visual- y turístico- son las 17 cascadas y casi 50 metros de altitud que el río salva en apenas 400 metros de longitud, rugiendo y salpicando por las esquinas. Es Skradinski buk.
Krka, que la salud te respete.
Yo a este no fui, sólo a Plitvice y había mogollón de gente, menos mal que los caminos se distribuían y a ratos estaba tranquilo, y menos mal también que allí no dejaban bañarse si no podría parecer un parque acuatico.
ResponderEliminarPlitvice será la siguiente parada... y sí, es un auténtico horror con aspecto de feria, especialmente en sus accesos.
EliminarGracias por pasarte y comentar.