23 de julio de 2012
Islandia (V). Eyjafjallajökull, sueño de una noche de verano
Siempre podré decir que he estado junto al Eyjafjallajökull, durmiendo a su vera. Esta es la bestia que entró en erupción en 2010 y dejó a la todopoderosa Europa rendida a los pies de sus cenizas, lanzando plegarias a sus tripas para que levantase el veto al transporte aéreo. Siglo XXI, el hombre de rodillas y los presentadores de televisión españoles totalmente incapaces de pronunciar su nombre, entre evidentes muestras de desconcertante analfabetismo profesional, a mitad de camino entre la sorna y la incultura; me encanta.
Nuestra ruta islandesa nos llevaba a este primoroso lugar, sólo accesible tras unos diez kilómetros de camino de piedra suelta, apartado de la ruta principal, ajeno a todo y todos, en el valle Þórsmörk. Al Norte nos flanqueaban las laderas de Hraun, al Sur se extendía el volcán- de entre tres y cuatro kilómetros de diámetro- y el glaciar homónimo, de unos 100 km² de superficie. Y mientras, el sol nos enseñaba en nuestra primera "noche" islandesa cómo se las gasta por estas latitudes en verano, descendiendo imperceptiblemente, alargando las sombras y haciendo infinitos los contrastes. Apoteósico.
El hostal, una cabaña digna de aventureros, exploradores y buscadores de oro del Gran Norte, no podía estar mejor ubicado. Desde su promontorio el mirador es maravilloso, "primera línea de playa" para admirar un paisaje en los límites de la fantasía (nosotros incluso preferimos trepar un poco más por la ladera remontando una estrecha garganta; ya se sabe, la cabra tira al monte). El glaciar superior, de tipo escandinavo, cubriendo como una bóveda las cumbres de la montaña; las lenguas glaciares, de tipo alpino, descendiendo entre laderas encajonadas; las zonas de erosión y sedimentación, conos libres de hielo que parecen esperar que un pie se pose en ellos para desmoronarse; los pastos para el ganado; los guijarros extendiéndose por una alfombra desproporcionada; los cursos de agua del deshielo corriendo en todas direcciones, cruzándose, buscando el Atlántico. De postal.
La persona que gestiona el alojamiento nos enseñó su más preciado patrimonio, una fantástica biblioteca con estanterías plagadas de antigüedades y ejemplares únicos sobre Geología, vulcanismo, fotografía, Geografía, senderismo, cicloturismo... referentes a la zona. También nos mostró su pequeña colección de piedras, restos de antiguas erupciones y coladas de lava. Ojo, hasta diez metros de altura alcanza la lengua lávica que baja por este valle cuando el animal entra en acción. A sus pies, Eyjafjallajökull.
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