La luz era deliciosa al llegar a Mostar. El cálido sol de verano que se acercaba a las montañas calizas del horizonte lo iba tiñendo todo de suaves tonos rojizos.
De pronto el Stari Most (Puente Viejo) estaba dulcemente iluminado para nosotros. Ese símbolo de la salvaje guerra bosnia de los noventa que el ejército croata destruyó una mañana de 1993; ese día alguien decidió que el río Neretva debía ser una frontera infranqueable. Una delicia otomana del siglo XVI ahora reconstruida y declarada Patrimonio de la Humanidad junto a su hermosísima ciudad vieja.
Mostar, el río Neretva y el Stari Most para celebrar tres años de blog. Viaja todo lo que puedas.
Me encanta!
ResponderEliminarGracias Irene.
EliminarConvence a Luis y hacéis una escapada, ¡os encantará!
Un beso.