El verano dice adiós, la luz del sol declina, rasga los atardaceres cada vez más pronto. En unas horas los rayos del astro rey incidirán perpendicularmente sobre el Ecuador. Día y noche tendrán la misma duración; es lo que se denomina equinoccio, posible dos veces al año por el movimiento de precesión de la Tierra.
Uno más, otro, el de 2012; para olvidar por la situación económica del país, al borde del abismo; el equilibrismo de la sociedad, cada vez menos cohesionada por su poder adquisitivo, valores e identidad; y la ausencia total de planes de gobierno, de explicaciones a la ciudadanía y de responsabilidades.
De momento, de éste preferimos guardar en la memoria Islandia, el País Vasco y los ratos playeros entre castillos de arena y palas, y esperemos poder seguir viajando el verano que viene. Por eso ahora le damos vueltas al mapamundi, aunque sin dejar de sentir que la estabilidad se tambalea bajo nuestros pies. Mientras tanto, demos la bienvenida al dorado señor otoño... ¡y que llueva ya si no queremos que nos recorten también el agua!
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