1 de septiembre de 2012

Islandia (VI). Cascada con galletas de chocolate

Hace unos días un amigo me preguntaba por las vacaciones. Es lógico, estamos en Septiembre y quien más, quien menos, ha aprovechado estos meses de buen tiempo para desaparecer del mapa una o dos semanas. Nosotros también pero, pensaba, la primera quincena de Junio queda ya tan lejana, está ya tan trabajado este verano, que Islandia parece cosa de otro año. No lo es, y lo cierto es que últimamente he estado tan ocupado que casi tenía olvidada la isla. La llamada resultó ser la chispa para dedicarle tiempo a esos paisajes de otro mundo.
Dormir en verano a estas latitudes es pura incertidumbre porque a cualquier hora el sol está bien alto sobre el horizonte. Y yo estaba deseando poder vivir esta experiencia geográfica. La luz lo baña todo de forma limpia y radiante en una atmósfera transparente. La primera vez, al ver la claridad inundar la habitación a las tres de la madrugada, me incorporé para descorrer la cortina. Todo estaba en silencio, entre alargadas sombras. Con la sonrisa picarona de un niño comiendo tarta el día de su cumpleaños, volví a la cama para meterme en el saco, me giré sobre el colchón y volví a dormirme repleto de inocencia, humildad, admiración, credulidad; fascinado, feliz. No falté ni una sola "noche" a esta cita, algo así como un preescolar para empezar a comprender el sistema Tierra. Aquí los gallos cantarían saetas, sus biorritmos estarían machacados.
A los pies de la mole del Eyjafjallajökull no nos hizo falta nuestra cabaña para desayunar; habíamos planeado cargar energías en un lienzo único, Gluggafoss, y luego pasar bajo la tromba de Sejlalandsfoss, cuyo desplome provoca un estruendo que te hace creer tener una tormenta apocalíptica justo sobre tu cabeza. El día va a ser un fascinante carrusel de cascadas, mantas de agua desmoronándose en tan variados escenarios que no soy capaz de decidir cuál me gusta más.

5 comentarios:

  1. Que cascada más maravillosa, nos haces soñar con estos paraísos perdidos!!!*

    ResponderEliminar
  2. me he emocionado al ver las fotos! preciosas!! ^_^ ojalá pudiésemos desayunar cada día galletas con chocolate frente a cualquiera de estas cascadas... sigo pensando que el futuro está en "administrarse" y sacarle el jugo a lo poquito que tenemos con estos momentos...

    ResponderEliminar
  3. Wow! que hermosas fotografías, casi pude sentir como sería estar en ese hermoso lugar, viendo esa cascada y sintiendo la brisa...

    uno de mis sueños es visitar Islandia, muchas gracias por compartir!

    ResponderEliminar
  4. Estupendo blog!
    Me recuerda mi viaje a Islandia, en bici, ahora hace 4 años! Estupendas fotos.
    Tambien me encantan las fotos de EStambul, no he leído aun el articulo, pero fusite en bici? Voy este invierno, una semana, a pintar.

    Mucho saludos y gracias.

    ResponderEliminar
  5. ¡Gracias a vosotros!

    Miguel, si meto la bici también en los viajes me parece que me dan una patada delante de cualquier río...
    Disfruta Estambul, es fascinante, de verdad. Distinto a Islandia, que es otro planeta, pero una ciudad única por su identidad igualmente.

    Me alegra que te guste el blog, siéntete cómodo en él.

    Claudia, ánimo, la isla espera.

    ResponderEliminar