No hay corredor que se precie en Tarragona que no se haya metido una buena dosis de carbón entre pecho y espalda, en ese tercio final del espigón que lleva hasta el faro de la Banya.
Día de viento, 5km de distancia. ¿Una caladita? |
Más de uno, a menudo, llega a casa con ese polvo negruzco en brazos, piernas, labios, pelo... y luego dicen que aquí nadie entrena.
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