Aparecieron de repente, cada uno por su lado, como si estuviesen aburridos de tanta tranquilidad en Le Bouquet, una aldea (cuatro casas) envuelta en árboles a escasos kilómetros de Aix-en-Provence, la elegante ciudad provenzal francesa.
Pensamos que saltarían chispas entre ellos. Pero no fue así; parecían estar acostumbrados a pujar por las atenciones de los pocos visitantes que por allí se dejan caer. Nos acompañaron durante nuestro paseo, arriba y abajo, siempre delante, mientras buscábamos los últimos contrastes del día sobre la montaña Sainte-Victoire, un macizo calizo inspirador del genial Paul Cézanne. Magníficos anfitriones.
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