9 de marzo de 2012

San Sebastián. El gusto es mío

Fama y prestigio pueden ir de la mano o ser exclusivas, pero son cosas diferentes. Ejemplos hay miles, comparaciones odiosas a patadas: ser un "gran hermano sexagésimo cuarta edición" o Félix Rodríguez de la Fuente; escribir libros para que la gente sobreviva a sus penas o inventarte Macondo; proyectar edificios y estructuras deformes e insípidas o la Alhambra de Granada a treinta kilómetros del pico Veleta; Benidorm o San Sebastián.
La eufonía de los topónimos es juguetona en melodía, vigor, y ritmo, con resultados acústicos embaucadores. San Sebastián no sólo es elegante en su nombre- y Donostia no lo desmerece ni una migaja-, ese siseo que te traslada a la playa de la Concha, bajo un sol radiante o cubierta de nubes que amenacen lluvia. Tan distinguida que llena todo el paisaje con gusto pero sin opulencia, como el gato que se relame al sol en el jardín.
De los ecos en las calles estrechas y frías de su Parte Vieja, a las cuestas y fortificaciones del Monte Urgull y el musgo de su Cementerio de los Ingleses, bajo un tupido bosque de robles, hayas, encinas, abedules y acebos. De la alfombra de hojas caídas en el Paseo del Árbol de Guernica junto al bravo río Urumea, a la playa de Zurriola y el Kursaal, objeto, cubo, poliedro. Contenidas fachadas, sobrios balcones y ventanas abiertas al sol como los ojos en la mañana poblando las calles de San Martín, Urbieta y Easo. El barrio de Amara Viejo; Miramar y la playa de Ondarreta, que es media concha sin serlo y sin que se lo aplaudan. Y de ahí al Monte Igeldo y el parto múltiple de Chillida, que rompe de forma magistral primer plano y horizonte mientras la adivinanza de formas y colores se endulza. Una ciudad entera que rezuma calidad.

1 comentario:

  1. cada vez me gustan más tus entradas, por lo impresionante de las fotos, y por lo bien que me haces rememorar cada momento que compartimos ^_^ Da gusto leerte.

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