Nuestro recorrido islandés empezaba a enfilar las últimas curvas y cada vez había menos fiordos que doblegar.
Acantilados que parecían caer del cielo se mezclaban con playas negras y rocas inverosímiles, paisajes de erosión glaciar creados durante miles de años por la fuerza bruta del hielo y cráteres salpicando la desolación de los terrenos interiores. Y de pronto ves focas retozar y eiders planear...
Mientras la marea subía y alguna foca no calmaba su sed de curiosidad acercándose una y otra vez, el interminable crepúsculo parecía invitarnos a permanecer allí abajo hasta que el último animal se escondiese. Pasó una hora, como si hubiera sido un segundo, y tomamos el sendero a nuestra espalda para subir a la casa y calentar la sopa. Más tarde no me pude resistir y salí de nuevo; el aire era fresco pero el sol seguía acariciando el horizonte casi en la medianoche, el silencio absoluto seguía siendo propiedad del viento.
Por tu culpa visitaré Islandia.
ResponderEliminarY no te arrepentirás ;-)
EliminarNo puedo estar más de acuerdo con esa afirmación.
ResponderEliminarPara ilustarlo, decir que conocí Islandia en 2010 (recorrido circular a la isla en otoño) y no me pude resistir a volver en 2012 a hacer el trekking Landmannalaugar - Skógar (en verano). ¿La próxima? Tal vez disfrutar de las auroras boreales, conocer el invierno allí o adentrarnos algo más en las Tierras altas.
Entre tanto, disfrutar de la dosis de hermosas fotos que comparte pasosypedales :D ¡Gracias!
Muchas gracias Fátima.
EliminarIslandia enamora, sus paisajes son tan radicales y auténticos, tan diferentes a todo lo demás, que sólo puedes volver de allí con los ojos como platos y la baba cayendo.
Ojalá el sueño de visitarla se vuelva a hacer realidad, en verano o invierno. En casa creemos que 5 minutos al día en Islandia sería ideal, cada vez en un sitio diferente, para sentarte y mirar...
Gracias de nuevo, siéntete en este blog como en casa ;)