A lo peor resulta molesto clavar las rodillas en el suelo húmedo y con barro. Lo mismo la postura requiere algo de contorsionismo. O acarrear el trípode para cuatro momentos es un precio muy elevado para una caminata por el campo.
Ir encontrando setas y hongos a los lados del camino, tiesos o flexibles hasta lo absurdo, aislados o en familia, es entretenido. Tamaños, formas, texturas, colores y escondrijos originales uno tras otro. Pero hacerlo con una "diminutóloga" a tu lado lo hace mucho más divertido.
Estos son solo algunos ejemplos durante un par de paseos por la Garrotxa, en el volcán de Santa Margarita y la Fageda d'en Jordà. ¡Qué aproveche el otoño!
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