Todavía recuerdo caminar por la colina del Partenón y ver en el suelo, dispersas, infinidad de columnas, capiteles o estatuas de la Grecia Clásica. Aún más delirante fue encontrar en Lissos, una remota y casi inaccesible cala al sur de Creta, mosaicos, basílicas paleocristianas, edificios funerarios y capiteles en medio de la nada, sin más protección que la de los cencerros de las cabras que por allí viven a sus anchas. Un lugar por completo deshabitado, tomado por la naturaleza, con toda su exquisitez artística al por mayor, junto al mar y con luna llena cada 29 días.
Hay culturas- especialmente griega y romana- que han dejado tanto y tan rico patrimonio que se hace difícil su catalogación y protección. Si a esto le añadimos la dejadez, el caos administrativo y la mala gestión que nos son tan propias, tenemos el paquete perfecto para el deterioro y la desvalorización; el mejunje adecuado para una sociedad zafia e inculta.
La Necrópolis Paleocristiana de Tarragona- una de las localizaciones del Conjunto arqueológico de Tarraco, Patrimonio de la Humanidad- lleva cerrada desde el olímpico 1992 y será reabierta, dicen, en Enero de 2013. ¡Toma castaña! El conjunto, al lado del remozado río Francolí, olvidado y periférico a los intereses de la ciudad después de veinte años, puede observarse estirando el cuello desde el exterior: una zona excavada al aire libre protegida por una estructura metálica, el edificio del museo- cerrado, claro- y unos sarcófagos luchando contra los elementos. Mientras los responsables se deciden, al visitante lo recibe una absurda y diminuta sala. A su vera, la antigua fábrica de tabacos completa el esperpéntico cuadro: un edificio de hace casi un siglo, noble como la arquitectura que hoy olvidamos, hecho despojos, masacrado, y con una rehabilitación más de verborrea que de hechos consumados.
No obstante, tiempo hubo para, a escasos metros, construir el centro comercial más importante de la ciudad, con casi 27.000 m² de superficie. Así la gente no tendrá que pararse a ver qué hay ahí.
es una pena, la verdad. Es una esquinita de la ciudad que tiene mucho potencial, y está tan dejado...
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