31 de octubre de 2013

20 años después... abierta al público la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona

Al final hubo que esperar a Mayo, y no a Enero como decían. Cerrada desde 1992 hasta 2013, algo más que unas vacaciones.
Ya se puede acceder a la Necrópolis Paleocristiana de Tarragona, caminar entre los sarcófagos dispuestos linealmente en lo que serían los jardines del Museo monográfico y deambular por la zona de excavaciones (casas, baños, talleres y enterramientos).
El centro comercial funciona de maravilla y sus nuevas salas de cine serán una aportación grandiosa a la cultura (¡oh, gracias!), pero ¿habrá que esperar otras dos décadas para que se reutilice el edificio central del recinto? El Museo- un edificio neoclásico de 1930-, con o sin uso museístico, sería la guinda.
Es mucho pedir...

29 de octubre de 2013

Otoño, mil y una rutas de la seta

A lo peor resulta molesto clavar las rodillas en el suelo húmedo y con barro. Lo mismo la postura requiere algo de contorsionismo. O acarrear el trípode para cuatro momentos es un precio muy elevado para una caminata por el campo.
Ir encontrando setas y hongos a los lados del camino, tiesos o flexibles hasta lo absurdo, aislados o en familia, es entretenido. Tamaños, formas, texturas, colores y escondrijos originales uno tras otro. Pero hacerlo con una "diminutóloga" a tu lado lo hace mucho más divertido.
Estos son solo algunos ejemplos durante un par de paseos por la Garrotxa, en el volcán de Santa Margarita y la Fageda d'en Jordà. ¡Qué aproveche el otoño!

27 de octubre de 2013

Nota mental: no olvidar La Palma y la Caldera de Taburiente

Por algo las llaman islas afortunadas. La mitología griega, que las ubicaba más allá del continente africano, las señalaba como el lugar en el que el reposo era perfecto para las almas de los virtuosos. Un argumento más poético y embriagador que la tumbona, el bronceador y una semana de vacaciones a todo plan, el muy manoseado sol y playa de las Islas Canarias. Pero no nos engañemos, lo bueno, lo realmente espectacular- y el que lo niegue es porque no lo conoce-, comienza precisamente cuando sales del agua y te quitas el bañador.
La isla de La Palma, en el extremo noroccidental del archipiélago, tiene forma de colmillo perfecto, recién sacado de una excavación arqueológica. Y un relieve complejo e inaccesible que parece haber estado modelado en un torno de alfarero: la mitad meridional tiene divididas sus vertientes Este y Oeste, casi simétricamente, gracias a una arista continua desde el extinto volcán de Cumbre Nueva hasta los de San Antonio, Teneguía y la Punta de Fuencaliente- y sus salinas-, incluyendo todo el Parque Natural de Cumbre Vieja. Por otra parte el sector septentrional guarda el auténtico tesoro de la isla, Parque Nacional por derecho propio: una caldera volcánica con ocho kilómetros de diámetro, delimitada por una crestería que supera los 2.400 metros de altitud, con escarpes de casi 1.000 metros y laderas cubiertas por masas forestales de pino canario. El Barranco de las Angustias hace de desagüe y remata su planta en forma de embudo, mientras que alrededor de la caldera y hasta el mar se extiende una densa corona boscosa sobre una superficie abrupta y plagada de barrancos. Sobre el mapa este perímetro cónico parece una piel vieja, ajada y arrugada, aunque en realidad tantos escarpes y líneas verticales llaman la atención sobre la juventud del relieve.
Desde el punto más elevado, el Roque de los Muchachos (2.426 metros), la sensación de vértigo es inevitable; es como ponerse de pie sobre el delgado borde de un oscuro pozo en el que no vemos el fondo ni escuchamos el chasqueo de una piedra lanzada al vacío. Pero con edición panorámica y superlativa. Solo el viento frío y un manto de nubes que sube y baja como un ascensor acompañan al visitante por estos riscos pétreos, tachonados de avisos a imprudentes sobre los riesgos de deslizamiento si salen de la senda marcada. A la espalda se posan los telescopios del Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, esperando la noche bajo un inmenso cielo que, paradójicamente, está protegido de la contaminación lumínica gracias a la alfombra de nubes.
No, no es casualidad que con estos mimbres la isla esté declarada Reserva de la Biosfera. De momento su modelo de desarrollo se aleja del turismo masificado de algunas islas vecinas, y sus visitantes- con perfil de excursionista extranjero- están más preocupados por conocer su riqueza natural y diversidad geológica que por tostarse al sol. En La Palma, todavía, la calidad es más importante que la cantidad. No dejes de ir.

18 de octubre de 2013

Pateando la Garrotxa

La Garrotxa es una comarca diferente.
El Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa es calificado como el mejor exponente de paisaje volcánico de la Península Ibérica y contiene una cuarentena de conos volcánicos entre densas masas de bosque, campos de cultivo y pastos. Además, no en todas partes puedes introducirte en el cráter con una ermita románica en su interior.
Tampoco es lo habitual caminar por un hayedo (la Fageda d'en Jordà)que se asienta sobre coladas de lava bajo un interminable juego de luces y sombras, entre todos los tonos de verdes, amarillos y rojos que imagines. En otoño resulta una experiencia fascinante.
O callejear por los núcleos medievales de Besalú y Santa Pau, con una arquitectura y urbanismo muy bien conservados sin que eso mengüe la espontaneidad y naturalidad de un lugar con vida. Porque hay pueblos que de tan preciosistas, maquillados e impolutos que están, parecen museos donde ni se vive ni se puede vivir.

14 de octubre de 2013

Delta del Ebro solo hay uno

La diferencia entre un delta y un estuario en la desembocadura de un río es una de las primeras lecciones que recuerdo sobre Geografía. Por supuesto en en el colegio, y seguramente el mismo día que nos enseñaron qué son las montañas y los valles,. Y luego la cabeza se llenó de capitales: Belgrado, Jartum, Yakarta, Bamako...
Años más tarde, muchos, después de volar sobre el Delta del Ebro rumbo a Barcelona, recuerdo cómo me bajaba del avión con dolor de cuello: no hacía otra cosa que mirar por la ventanilla. Su forma era una filigrana caprichosa de líneas pulidas por la erosión y la sedimentación; el viento, las mareas y el cauce trazaban un enorme espacio que hasta entonces solo conocía dibujado en mapas.
Hay quien piensa que un río es un canal de agua que desemboca en el mar; y toda lo que efectivamente llega a éste es un exceso de caudal que podría ser aprovechado para consumo humano y agrícola, entendiendo que el regadío, la urbanización y la industria son siempre lógicos y merecen cualquier esfuerzo técnico por encima del coste medioambiental y territorial. Al fin y al cabo, ¿quién lo evalúa monetariamente? Así sería un breve resumen de la política hidráulica española: la de construcción de embalses a destajo, la de trasvases para zonas semidesérticas superpobladas, la del litoral masificado, la del agua para la huerta intensiva, la de las canalizaciones obsoletas. Vegetación, aves, fauna piscícola, riberas, ecosistemas, que les den mientras haya quien pueda llenarse el bolsillo.
Hoy el Delta del Ebro es un territorio extremadamente valioso y singular (como su gente), que debe su existencia al río más largo y caudaloso de la Península Ibérica, y su actividad económica a la voluntad de los pueblos ribereños de su último tramo, que han modelado un paisaje completamente plano pero con identidad propia. Su importancia como humedal está fuera de toda duda -reconocido por figuras de protección ambiental internacionales (Zona de Especial Protección para las Aves, Convenio Ramsar y Reserva de la Biosfera)-, igual que su fragilidad ambiental: el aporte de sedimentos desde la cabecera del río Ebro y sus afluentes (Pirineos, Cordillera Cantábrica y Sistema Ibérico) ha hecho posible la conformación de este espacio ganándole terreno al mar, sin voluntad humana directa y a lo largo de muchos siglos. Pero la regulación de los caudales y la interrupción del proceso sedimentario (trasvases, grandes embalses y presas hidroeléctricas) ponen en serio riesgo su dinámica natural y toda la vida que sobre él se desarrolla.
El delta está en regresión, perdiendo metros año tras año en su lucha incesante con la erosión marina y los temporales; la intrusión salina es una realidad catastrófica para los arrozales y las especies de agua dulce, y por el camino perderemos hábitats y sistemas dunares de incalculable valor, así como la pervivencia de formas de vida tradicionales (agricultura y pesca, sobre todo). Por supuesto también nos quedaríamos sin el maná de esta sociedad y nuestros políticos, esos que ni piensan ni escuchan: el turismo.
Las fotografías están tomadas de un agradable paseo en bicicleta y a pie por la margen izquierda del delta, entre l'Ampolla, Deltebre, el faro del Garxal y la Punta del Fangar, cruzando canales, bordeando arrozales, esnifando sal y tostándonos con el inclemente sol que aplaca esta tierra desde el final de la primavera.