23 de diciembre de 2011

Algoritmos para 2012

Ojalá 2012 sea el año en que desaparezca el trabajo infantil, se ponga fin a la limpieza étnica en Darfur y la casta intocable india pase a ser aberración del pasado; ojalá sea el año en que el agua potable y los alimentos lleguen a los siete mil millones de gargantas que compartimos planeta, que las sequías y hambrunas pasen de largo y que cualquier agricultor, de donde quiera que sea, pueda comerciar en igualdad de condiciones; ojalá que no mandemos nuestra mierda electrónica a países como Ghana y seamos capaces de cuantificar el coste ambiental en nuestro PIB.

Ojalá 2012 no nos deje sin osos polares porque no queden hielos árticos y nosotros seamos capaces de dejar tranquilo al pulmón amazónico; ojalá aprendamos a utilizar la energía con eficiencia y los gobiernos sean capaces de ponerse de acuerdo sobre el control de las emisiones contaminantes; ojalá todos nos movamos más en bicicleta y valoremos la naturaleza como herencia y sustento.

Pero sobre todo, ojalá 2012 permita que gente como Emilio Botín o Amancio Ortega pueda salir pronto y bien de esta dichosa crisis, que con una patrimonio tan limitado deben estar preparando sus mesas navideñas con jamón cocido.

Sed buenos; Saddam Hussein, Osama Bin Laden y Muamar el Gadafi no fueron obedientes y el poder supremo les ha dado caza. ¡Si os portáis mal los Reyes Magos podrían traeros carbón del malo a todos!

¡FELICES FIESTAS Y QUE 2012 NOS TRAIGA SALUD, TRABAJO, ALEGRÍA Y UN MUNDO MEJOR!

22 de diciembre de 2011

Hendaya, frontera verde

Las ciudades de frontera a menudo me hacen pensar en espacios poco definidos, a mitad de camino entre identidades impuestas por banderas, lugares de atmósfera lúgubre e industrial. Y Hendaya no iba a ser una excepción, aunque por fortuna los esquemas mentales y los prejuicios están para destrozarlos.
Como si se tratara del origen de una imaginaria bisectriz trazada en el Golfo de Vizcaya, el río Bidasoa se escurre entre Irún y Hendaya por debajo del puente de Santiago hasta la plácida Bahía de Txingudi, regalándonos, desde el lado francés, las estupendas vistas de Hondarribia- Fuenterrabía-: un paisaje de mástiles flotando en reposo, tejas rojizas con la montaña de Jaizkíbel al fondo.
Salvando el enorme espacio ferroviario e industrial de la ciudad- ¿cómo lo hacen en Europa para segregar tan bien las zonas residenciales de las productivas?-, la ciudad se divide en tres áreas: el núcleo urbano antiguo, de trazado caótico, estructura compacta y amarre de barcas pesqueras, totalmente protegido de los temporales por la bahía; la zona residencial, plagada de viviendas unifamiliares y espacios verdes antesala de montes y prados; y, como no, junto a la inmensa playa, las calles, hoteles y casas de alquiler para los turistas, con el típico paseo marítimo de bares y terrazas, rotondas y edificios de apartamentos apelmazados. Todo aderezado con ese toque francés, entre presumido y presuntuoso, que tan agradable resulta cuando se respira temporada baja.
En el límite de la ciudad, frente a las rocas conocidas como les Deux Jumeaux, entre masas de árboles y con el atractivo añadido de los acantilados y playas inaccesibles, se esconde le Chateau d'Abbadia, como si de repente nos hubiesen transportado a la campiña inglesa.
Lo tengo muy claro, si yo fuese francés estaría muy orgulloso del esmero que ponen por cuidar sus pueblos y ciudades.

15 de diciembre de 2011

Coordenadas... buscando en Portugal (y II)

Como siempre he pensado que la felicidad y la plenitud están en la sencillez, suelo conformarme con poco para llenarme interiormente. Un libro al sol en manga corta, los pies en el agua fría de un río de montaña, el pan con aceite y un beso sincero son capaces de darme los mejores días de descanso. Esto es una ventaja para relajarme y disfrutar porque no necesito muchos artilugios ni mareos tecnológicos, lo cual ayuda a desconectar por completo.
Cuando uno va a conocer sitios nuevos lo mejor es estar con los ojos abiertos como el océano, con la mente dispuesta a aprender y empaparse de los lugares que no sabemos cuándo podremos volver a visitar. Levantarme cuando todo está tan en silencio que las pisadas son capaces de levantar eco y las primeras luces aún son tímidas en el horizonte, es una costumbre que se está volviendo peligrosa, pero la colección de naranjas y rojos del cielo- expandiéndose antes de que salga el disco solar- y el fresco del alba en las mejillas, forman postales que ni las más insignes obras humanas igualan.
El que visita Portugal sabe que verá en tres días más azulejos decorando fachadas que los vistos en toda una década, pero no sabe cómo van a estar de vivarachas las calles del Barrio Alto de Lisboa o qué contraste hará el cielo con el Castillo de San Jorge. Yo no sabía que en Peniche hay una tremenda playa tras la cual puedes jugar al escondite entre sus cordones de dunas. Tampoco que los perros portugueses de campo te persiguen hasta perderse si te ven pisar cerca de sus viñedos y maizales, ni que el sol cayendo tras las aguas del Tajo diese una luz tan agradable para secarte después de un baño.
Es por esto por lo que siempre es mejor relajarse y disfrutar de lo que tenemos.

13 de diciembre de 2011

Polheim, 14.12.1911

No todos los días la humanidad da un paso adelante tan importante como el que mañana hará 100 años, un siglo, dio el explorador noruego Roald Engelbregt Gravning Amundsen. Más bien al contrario, ahora la tendencia es a ser cada vez más necios.
Tras siglos de lucha y coraje contra los elementos, por fin el ser humano logró sacar de la oscuridad uno de los últimos secretos de la Tierra, guardado con garras de hielo. Y fue en una auténtica y noble carrera- más teñida por el nacionalismo que por la lucha de egos- entre el insigne noruego y el capitán de la Royal Navy Robert Falcon Scott, sin tregua y en condiciones muchas veces penosas desde el Mar de Ross: a través de montañas, glaciares, grietas abismales, llanuras de blanco cegador sin referencias en el horizonte, vientos torrenciales frente a los que la única forma de avanzar era casi a gatas y temperaturas atroces, por encima del umbral de lo insoportable.
El escandinavo, altamente preparado y entrenado en Groenlandia, siguiendo la senda de Fridtjof Nansen, se llevó la gloria, la fama de calculador y pragmático; mañana celebraremos su colosal proeza.
Bajo la consigna de encabezar una misión científica, el británico, como no podía ser menos, reunió todos los elogios y honores por su desempeño, valía, carácter, lealtad... La dramática muerte de Scott- en condiciones inhumanas bajo una tormenta de nieve y viento que duró varios días, al resguardo de una maltrecha tienda de campaña en la que sus compañeros y él agonizaban sin comida mientras sus últimas energías las empleaban para dejar unas trágicas notas póstumas, a apenas unas jornadas a pie del Terra-Nova, barco que los esperaba- forjó su leyenda de valor, dignidad, orgullo y entrega desmedidas, después de haber alcanzado los 90º de latitud Sur sólo cinco semanas después de que Amundsen y los suyos protagonizaran una de las fotografías más memorables y solemnes de la exploración.

7 de diciembre de 2011

Coordenadas... buscando en Portugal (I)

Todo empezó con unas coordenadas geográficas, como una combinación secreta que abría una cajita de la que surgen a modo de matryoshkas rusas nuevos paisajes y sensaciones, fractales de mil colores que se expanden sin cesar al mirar por el diminuto agujero de un caleidoscopio.
Lo primero fue buscar el lugar al que correspondía aquel mensaje en clave, la sucesión de números que son la base de cualquier mapa (localizar es tan básico y necesario como saber sumar). Y a partir de ahí empezó a jugar la insensata imaginación, siguiendo el trazado del Tajo y la sucesión de islas en su curso, leyendo nombres de pueblos minúsculos y de montes locales con ese fascinante acento portugués que todo lo hace manso, imaginando cultivos, tractores y esa paciencia al ralentí tan típica de la vida rural en los pueblos mediterráneos.
Todo eso buscábamos; todo eso, y más, encontramos, con sol, tranquilidad, un nogal que barrer de nueces, el cariño de Francisca y la deliciosa cocina de Jens, con buen queso y la tenue luz de las bombillas perdida por las ventanas en la intimidad de una vida tranquila en el campo.

27 de noviembre de 2011

Quinta das Praias

Hace no mucho tuvimos el placer de pasar unos días por la tierra del fado. No había excusas ni motivos ocultos, queríamos visitar a unos amigos muy especiales en su quinta de Santarém, a orillas del Tajo, alejarnos del bullicio, relajarnos y descansar.
Jens y Francisca quisieron que de nuestro paso por allí dejásemos constancia en su blog, espacio abierto para la expresión artística en cualquiera de sus múltiples facetas. El proyecto que estos dos inagotables corazones llevan a cabo es fascinante e inspirador, una vida volcada en la imaginación, originalidad y creatividad, esperando recibir y alojar a artistas interesados en su residencia.
Como el calificativo de "artista" me queda igual de lejos que el desierto de Atacama y tan grande como utilizar un portaaviones en una partida de tres en raya, desde su propuesta me tomé muy en serio la elección de las imágenes y las palabras en las que tanto insistió Francisca- es increíble cómo una persona puede convertir cada acento en un retrato de su corazón-.
De repente, aceptando, me convertí en responsable de resolver con pocas imágenes y frases los sentimientos de los que disfruté en apenas cuatro días, prohibiéndome emular lo que ellos saben mostrar de forma excepcional: el aura de creatividad que envuelve su estilo de vida.
Ha sido todo un halago para mí, y pronto habrá nueva entrega, aquí.
Estáis invitados a conocerlos... Quinta das Praias.

26 de noviembre de 2011

Saurio a la vista

Cualquier momento, cualquier lugar, son buenos para sacar el objetivo macro, agacharse, jugar con el diafragma, aguantar la respiración, enfocar y pulsar el disparador a traición del individuo. Y con éste cumplimos un año...

22 de noviembre de 2011

Bodensee, fronteras de agua

Alemania, Suiza y Austria son, seguramente, los países que mejor representan la seriedad, formalidad y rectitud que tanto caracterizan el modelo centroeuropeo de sociedad, distante años luz del espíritu vital mediterráneo. Tanta sobriedad elimina improvisación y extravagancias, difumina la personalidad del individuo en el grupo social organizado como un segundero y resta fuerza a cualquier posibilidad de aventura. Sin embargo, nos regala ciudades creadas en la imaginación de un pintor, paisajes de sueño infantil y un baile entre silencio y respeto que muchos envidiamos.
El Lago Constanza, con ese viejo remedio de utilizar lo indivisible para separar, hunde las aguas del Rin entre estos tres países, sitiado por más de dos millones de personas pero sin perder su identidad ni credibilidad de color verde; porque bastan unos pocos lugares de Europa para comprender que la teoría española del ladrillo es un disparate.

10 de noviembre de 2011

Tuk-tuk Bangkok

Un día cualquiera de Bangkok no se puede vivir 48 horas antes de unas elecciones presidenciales, con los templos principales del país cerrados por visita de la familia real y con una escala aeroportuaria de apenas doce horas... pero algo hay que intentar para conocer esta urbe más occidental que asiática en apariencia y modos de vida.
Tras desembarcar del vuelo procedente de Yangon, recorrer la kilométrica terminal del aeropuerto más importante de todo el sudeste asiático, cambiar moneda y llegar en tren a algún punto de la ciudad más o menos próximo al centro, un lugareño nos asalta explicándonos cuál es la situación de la ciudad ese día, qué es lo más destacado que nos queda por ver y cómo podemos plantear la ruta. A grandes males, grandes remedios; tenemos a nuestra disposición por apenas 2€ al día el medio de transporte más ágil y versátil de toda la ciudad, aquel que esquiva con más alegría y el que primero acelera al encenderse el semáforo en verde, en ese instante del tránsito asiático en el que el mundo se convierte en un enjambre de idas y venidas.
Con nuestro conductor visitamos templos apartados de las rutas turísticas, maestros de la costura y la seda, tiendas de baratijas chinas y joyerías con productos de dudosa legalidad- a cambio él obtiene bonos para combustible-. Desde nuestro tuk-tuk nos refrescamos de la mortaja irrespirable que son el calor y la humedad en esta parte del planeta, vivimos horas de atascos de interminable paciencia en los que nadie hace sonar el claxon, como si fuese tan cotidiano que es el momento de leer la prensa, y asistimos al oscurecimiento progresivo de un cielo de nimbos pomposos, súbito en su desplome sobre la ciudad, ahogando cualquier posibilidad de terminar el viaje de otra forma que no sea mojados por el monzón.