25 de febrero de 2012

"Cuando crezca, iré ahí"

"Cuando era niño me apasionaban los mapas. Durante horas me quedaba mirando [...] me dejaba llevar por las glorias de los exploradores. En aquella época había todavía muchos espacios en blanco sobre la tierra; cuando advertía alguno de estos espacios en un mapa en algún lugar que me parecía atractivo (todos, a decir verdad), ponía el dedo encima, y decía: "Cuando crezca, iré ahí". Recuerdo que el Polo Norte era uno de esos sitios. [...] Había otros lugares aquí y allá, cerca del ecuador, en todas las latitudes de ambos hemisferios".

El sentimiento es mutuo y las palabras son de Marlow, el alter ego de Joseph Conrad en su enorme obra El corazón de las tinieblas (otro día, con más tiempo).
Pese a que muchos creen que los estudios, la universidad y el futuro deben estar enfocados al conocimiento técnico y aplicado, haciendo tabla rasa con las raíces de la humanidad- echen un vistazo al nivel ortográfico y gramatical de este país-, como algunos otros decidí estudiar aquello que más me gustaba pese a no ofrecer un panorama laboral muy alentador, Geografía. Aprendí, disfruté y tuve la suerte durante unos años de ser parte profesional. Ahora, giros de la vida, no sólo es una faceta más de mi persona, sino que es como una fina película que lo envuelve todo, mucho más entusiasmada que antes y con unas enormes ganas de aprehenderla y vivirla. No pasa un día sin que abra un mapa, repase topónimos, pinte mentalmente los lugares que leo o me disloque la imaginación desentrañando los bordes de una foto. ¿Alguien más se acuerda de cuando las noticias (prensa y TV) iban acompañadas de un pequeño mapa? Tan sencillo y tan útil. Fue un excelente profesor el que nos dijo que un periódico es un tratado de Geografía, sin faltarle la razón.
Yo prefiero guiarme y perderme con un mapa de papel en la mano antes que llegar por el camino más rápido y sin preocuparme de lo que tengo alrededor. Y así nos luce el pelo; di Báltico y verás qué pronto aparece Rumanía... con un MBA y tres posgrados en dirección de empresas, claro.

23 de febrero de 2012

Senos y cosenos

Si algo me confundía y aturdía en mi etapa de estudiante, era que cada profesor entendiese de forma distinta lo que es cóncavo o convexo- maestrillos y librillos-. No hay nada más desconcertante que definiciones opuestas un año sí y otro también.
Ahora soy yo el que puede deformar la realidad con el objetivo ojo de pez (8mm de distancia focal y 167º para abarcar espacios infinitos), consiguiendo ángulos desconcertantes, sinuosas deformaciones y curvas exageradas.

21 de febrero de 2012

42.195 metros

A todos los descerebrados asiduos practicantes de algún- cualquier- deporte, nos une un mismo compromiso de sacrificio y superación que nos pone, a los ojos de los demás, fuera de los límites de la cordura. Hay periodos de letargo y tiempos de fiebre, enloquecidos con nuestros objetivos, marcas, cumplir con los entrenamientos y superar las dolencias y lesiones.
El maratón es la prueba deportiva por antonomasia; es la lucha individual contra los elementos sin más armas que nuestro propio organismo. Para muchos será el día de mayor esfuerzo físico de sus vidas; para otros, el día más esperado del año- de cada año-, aquel por el que tanto se han desvelado, por el que han entrenado hasta casi estar famélicos y el que están odiando desde el kilómetro 30, cuando cada zancada es un suplicio. Se trata de una distancia mágica, un exceso para los vulnerables y un desafío a la constancia y voluntad individual.
Es una lástima que el fomento del deporte en Sevilla vaya siempre por los derroteros del balón; la ciudad reúne condiciones idóneas para pruebas de atletismo de altísimo nivel que podrían mostrarla mucho mejor de lo que el actual recorrido hace.

9 de febrero de 2012

Munich, veinte años guardando recuerdos

En 1990 Gorbachov recibió el Premio Nobel de la Paz e Irak invadió Kuwait, punto de partida para la actual política occidental de control de los recursos energéticos: el terrorismo de pleno derecho. El verano de aquel año yo descubría el Big Mac en Viena, saboreaba el auténtico chocolate suizo y vestía por las calles de Munich una camiseta de la selección alemana de fútbol que aún guardo con cariño.
Fue un viaje para descubrir y conocer muchos lugares, pero con el paso del tiempo nos damos cuenta de que sirvió para guardar recuerdos en un cofre que poder ir abriendo de vez en cuando, inesperadamente. Y tan intensos son que nunca nos hizo falta ver el vídeo que grabó la abuela aquellos días- nunca pudimos hacer acopio de tanta fuerza-, ni siquiera echar un vistazo a unas fotos a las que sólo dos décadas más tarde somos inmunes.
Veinte años después de aquel viaje volvimos a reencontrarnos con Munich, pero sobre todo con la Marienplatz, como si hubiese una fuerza superior que nos llevase hasta allí para recordarnos lo que somos. La ciudad seguía espléndida a orillas del río Isar, con ese aire de fresca libertad que da el verano y que los bávaros aprovechan haciendo correr la cerveza.
Porque las lágrimas no son malas compañeras cuando nos recuerdan a los que nos han hecho felices y ya no están, ahora sonreímos y rebosamos con los nuevos que han llegado para renovarnos las fuerzas.
Este post está dedicado a la memoria de mi padre, por mucho que pase el tiempo.

3 de febrero de 2012

Marineros y maniqueos, San Juan de Luz y Ciboure

Cuántas veces nos hemos encontrado con sorpresas allá donde menos las esperábamos, justo cuando los focos dan la espalda y la escenografía es sólo rutina; contrastes inesperados que, en ocasiones, incluso sustituyen la portada de nuestros recuerdos. Algo así sentimos desde una y otra orilla de la bahía de San Juan de Luz (Donibane Lohizune en vasco), desagüe del río Nivelle que separa la localidad del mismo nombre y Ciboure (Ziburu).
La elegancia, el urbanismo de retoque, las farolas de cuento y la fama se quedan en San Juan de Luz, que ya con su propio nombre llama a visitar. Ciboure, sin embargo, es más hosco, gris y húmedo, más despegado del visitante, pero con esa sencillez encantadora de los colores suaves y la madera deslucida que huye de la parodia y las pijadas.
Ambas localidades comparten puerto, uno de esos en los que encuentras redes enmarañadas entre cabos y cajas de pescado, pescadores que pasan sus horas allí porque no saben estar, de ninguna manera, en otro sitio que no sea en el mar, gaviotas aburridas de tanto gritar y alguna barca que se llame "Linda".