28 de septiembre de 2014

Pilars caminants de Tarragona. Un Xiquet más

Ver castells es emocionante. Y tener amigos que te permitan vivir la excitación del momento como si fueras uno más de la colla, un lujo.
El de las gafas de sol, concentrado.
Hace poco han terminado las fiestas de Santa Tecla en Tarragona. Una semana y media de eventos, música y jarana por toda la ciudad. El remate lo ponen, el 24 de Septiembre, los pilars caminants. Las cuatro colles castelleres de la ciudad- y miles de personas alrededor- se apretujan delante de la catedral para cargar dos castells y un pilar.
El final es apoteósico: los pilares- de 4- suben, uno por uno y por orden de antigüedad, las escaleras de la Plaça de les Cols al Pla de la Seu, se giran, las bajan, descienden toda la Calle Mayor entre el nerviosismo, la ebullición y el éxtasis popular, hacen la Baixada de la Misericòrdia- un empedrado con doble curva y fuerte pendiente-, giran para entrar en la Plaça de la Font y la recorren hasta llegar a los escalones del Ayuntamiento. 500 metros aproximadamente, poca broma. Allí, en el balcón, espera el alcalde, que se retira y deja que al enxaneta le tiendan una faja para alzarlo.
El del dedo, controlando.
Gracias a Vicenç y Judit hemos podido hacer el recorrido del pilar de los Xiquets de Tarragona a escasos metros de él, acompañando a la marea de camisas rojiblancas, sintiendo toda la excitación dels matalassers, entre gritos de ánimo, aplausos y un implacable nerviosismo in crescendo. Son ejemplares el respeto y el compañerismo, la unión, el trabajo en grupo y el esfuerzo que cada uno rinde a los demás. Piel de gallina, y mi más absoluta admiración.

22 de septiembre de 2014

Perímetro sevillano (y III)

De polígono industrial a parque empresarial, ¿por arte de magia? Esta es la intervención industrial más destacada que recuerdo para que la economía de la ciudad se diversifique y crezca. Por supuesto reurbanizar, mejorar las dotaciones o incentivar la mejora del tejido productivo ni se plantea; eso ya lo harán los alemanes...

19 de septiembre de 2014

Perímetro sevillano (II)

Paisajes que la Expo'92 nos dejó. Ya saben, lo que queda de los albores de nuestro gran ciclo económico.
Sin su Exposición Universal y, sobre todo, sin la enorme transición territorial y urbanística que conllevó, Sevilla seguramente seguiría siendo una ciudad enganchada a la primera mitad del siglo XX; la intervención quirúrgica transformó la red fluvial, hizo que la capital andaluza olvidara su miedo al río y dejara de darle la espalda (no hay quien conciba ahora Sevilla sin su Guadalquivir, ¿verdad?), regeneró su tejido ferroviario, abrió grandes avenidas al tráfico y, en general, mejoró todas sus conexiones terrestres con el exterior, gran circunvalación incluída.
Tuvo sus chapuzas, claro, de esas obligatorias en este contexto; en Sevilla vienen de serie, como la familia de tu cónyuge.

Costó que la zona recuperara la actividad tras los fastos de Curro (¡qué cosa!) y Felipe González (¡qué rostro!), pero hoy es lugar de trabajo de muchos sevillanos. No obstante, es raro que alguien se pare a echar un ojo más allá de los semáforos del día a día, y quedan grandes vacíos incluso en algunos de los lugares más simbólicos.

17 de septiembre de 2014

Perímetro sevillano (I)

Nadie presume tanto de su ciudad como un sevillano. Y a ninguno como a un sevillano le gusta más que le recuerden lo bonita que es su ciudad. Eso seguro. O dicho de otra forma, es difícil que exista alguien más encerrado en su mundo que un vecino del Guadalquivir y la Giralda.
El segundo razonamiento puede ser una paja mental mía, pero el primero tiene su lógica: Sevilla es monumental como pocas ciudades en el mundo, su gente derrocha desparpajo y alegría, tiene un clima agradable durante diez meses al año y un inmenso casco antiguo del que brota la Historia en cada esquina. Eso es lo que ve el turista, pero...
Pero como toda ciudad española y mediterránea, tiene su trastienda, su urbanismo pobre, su suciedad y su periferia, esos lugares donde todo se desordena y donde cualquier cosa que pueda hacerse mal, se hará mal.

Yo no soy amante de mi ciudad- ni de ninguna-, por el simple hecho de que aunque le encuentro cosas positivas para vivir, también hay otras que detesto. Ésta y las próximas dos entradas son el resultado de una mañana fotografiando tres rincones distintos de la ciudad, la que no se muestra, la que se aleja de los coches de caballos y el olor a azahar.

13 de septiembre de 2014

Je suis désolé

Nueve días de viaje por el sureste francés, entre ciudades llenas de arte y monumentos, chapuzones en playas, ríos y lagos, aldeas de piedra, castillos, la garganta fluvial más profunda de Europa y la Camarga, hogar de miles de flamencos rosas en la desembocadura del Ródano.
La vuelta a casa, el regreso a la normalidad y el fin de las vacaciones siempre serán una putada. Se está mejor por ahí dando tumbos...

2 de septiembre de 2014

Nationaal Park De Groote Peel

Ya se sabe que nos gusta más un bicho que a un niño una piruleta... sigan al gnomo, por favor.
¿Qué se puede hacer una lluviosa tarde de primavera entre ordenados campos verdes y mimadas casitas holandesas, sin ciudades a la vista?
Coger el mapa y buscar un espacio natural cerca de alguna carretera perdida. Parque Nacional De Groote Peel, un pequeño humedal de pantanos y páramos silenciosos.