8 de mayo de 2012

Mar y mirto, Marimurtra

No seré yo quien le haga la promoción a un lugar privado que cobra por entrar; para eso ya tienen el dinero de mi paso por caja.
Está muy bien tener los orígenes en un empresario filántropo devoto de la naturaleza; es muy loable que lo consideren el mejor jardín botánico mediterráneo de Europa (¿quién y en base a qué criterios de medición hace estas verificaciones?); y es un placer muy agradecido dar un paseo entre cientos de especies vegetales originarias de regiones áridas y subtropicales, aromáticas, exóticas y medicinales. Pero tengo una pega: los visitantes en temporada baja no merecen ver el jardín más descuidado que el resto. ¿O acaso he pagado menos por ello? Hasta aquí el color del dinero.
Ahora su sabor: creo que el Jardín Botánico de Marimurtra, en Blanes (Girona), es realmente una excusa para cobrar y tener privatizado un mirador en el que disfrutar del sol y el mar de aquí a la eternidad, en un recoveco donde la ausencia de ladrillo y hormigón es tan extraña como una macedonia sin naranjas. He hecho mis pesquisas: es una tapadera, el señor Carl Faust era un visionario del metro cuadrado.
Sean bienvenidos los colores después de cada invierno.

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