19 de junio de 2012

Ginebra (y III): CERN, conocimiento con mayúsculas

Aunque algunos se empeñan en lo contrario, en el CERN (Centro Europeo para la Investigación Nuclear, por sus siglas en francés), al Noroeste de Ginebra y entre campos labrados de pueblecitos francosuizos atentos el Montblanc, hay un grupo de personas que se taladran los sesos cada día para hilvanar teorías sobre el Universo. ¿Habré compartido mesa con un futuro Premio Nobel de Física?
Para lo más simple, lo más grandioso. Así funciona este acelerador de partículas del que, a partir del lanzamiento de millones de haces de partículas en direcciones opuestas y envenenados a una velocidad casi tan demencial como la de la luz, se espera producir un número significativo no sólo de perfectos choques frontales, sino que su colisión deje rastros- entre otros- del ignoto y mediático bosón de Higgs: una partícula hasta doscientas veces más masiva que el protón pero tan inestable como una tarta de chocolate en un cumpleaños... o una boda.
Veintisiete kilómetros de túnel (¡27!) y miles de millones de datos embebidos en esto. Ciencia en estado puro, retos constantes para el conocimiento humano; un lugar con tantos cerebros de tan diversas nacionalidades y proyectos asociados que sólo podía tener hueco en Suiza. Aquí una respuesta negativa no es una decepción, sólo un paso más en la ciencia, un éxito para el saber: se descartan opciones y se ofrecen nuevas vías; así funciona la investigación... o debería.
Caminos de futuro, cuyos cimientos son la formación y la cultura. Sólo a unos ignorantes como nuestros políticos se les ocurriría liquidar a España de su colaboración en estas inversiones; en nombre de la crisis. La misión es desentrañar los misterios del Universo a partir de sus más simples y elementales componentes; así entienden los físicos de partículas la belleza, apoyada en su "modelo estándar". Se trata de generar y aprovechar el conocimiento... y de eliminar imbéciles, claro.

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