14 de abril de 2013

Lugares distinguidos: Casa Canals y Casa Castellarnau

Me pregunto cómo pasarán a la posteridad las casas de las familias derrochadoras de nuestro tiempo, muchas de ellas geometrías cúbicas decoradas sin corazón y menos personalidad. Hay multitud de programas insípidos que hablan de ellas, pero no dicen nada que no sirva para poner el listón cultural de sus habitantes a la altura del pasto de las vacas.
En los tiempos que corren yo no decoraría mi salón con elementos neoclásicos, isabelinos o lámparas de araña, por mucho dinero que tuviera, pero en la casa de una familia distinguida de hace siglo y medio significan exquisitez. No se pueden comparar los dormitorios y sus alcobas con las habitaciones minimalistas; las bibliotecas y despachos con la revista de decoración o arquitectura como única  expresión de literatura; los escudos y retratos familiares con una pintura abstracta de precio obsceno... pero apuesto a que muchas de las construcciones que hoy son singulares dentro de doscientos años serán escombros.
La diferencia está en haber pertenecido a una familia noble- y tener los privilegios propios de la época- o en tener la cabeza llena de pajaritos y aires de grandeza- en ocasiones acompañado por unos cuantos pelotazos urbanísticos-.

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