20 de marzo de 2014

Cuentos desde el pólder

IJsselmeer es un enorme lago artificial holandés consecuencia del costurón de Afsluitdijk, un dique-carretera de 32km que separa las Islas Frisias y el Mar de Wadden de lo que antiguamente se conocía como Mar del Sur (Zuiderzee), una lengua nada profunda del Mar del Norte que se colaba por el noroeste de los Países Bajos.
Hoy es una despensa de agua dulce para la agricultura neerlandesa, la de los campos geométricos, los horizontes planos y los terrenos ganados al mar por drenaje (pólder); esas cosas que aprendíamos en el colegio y con las que no explicaban el nombre de Países Bajos.
Pero la artificialidad de una de las mayores obras de ingeniería de la humanidad está camuflada; el paisaje se dibuja suave y bucólico, los diques de defensa se diluyen como si nunca hubiesen estado y los pueblos guardan intactos su carácter y color. Marken, una antigua isla al fondo de IJsselmeer ahora unida a tierra firme por otro dique, con sus perfectas casas de madera y su apacible aspecto de pueblo para jubilados, parece estar ahí para demostrarlo.

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