Hoy estrenamos la variante cicloturista del blog de la mejor forma posible teniendo en cuenta cuáles los ingredientes con los que contamos en Barcelona. Para cualquier habitante de esta ciudad que guste de practicar deporte en bicicleta la Sierra de Collserola es la referencia fundamental: pulmón inmenso a la espalda de la urbe capaz de irradiar verdor por todas sus laderas, distintas posibilidades de ascenso y descenso por carreteras sinuosas, tráfico moderado o casi inexistente, estupendas vistas sobre la ciudad, el mar, el Vallés Occidental e incluso, en días claros, la no tan lejana montaña pirenaica. Para los amantes del senderismo es sin duda la mejor opción para excursiones de un día sin necesidad de traslados; hay caminos para aburrir.
No obstante, el protagonismo escénico y en las guías se lo lleva el Tibidabo- con el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón y el parque de atracciones- y, en menor medida, la torre de comunicaciones diseñada por el arquitecto británico Norman Foster. El medio más usual para subir es el transporte público, sobre todo el funicular, que remonta la vertiente oriental de esta montaña como si el desnivel no fuese impedimento. Por conveniencia, cuando pedaleo por estos lares, me viene bien comenzar por Vallvidrera y según el tiempo del que disponga y las ganas que tenga de zarandear la bicicleta, hago unas u otras subidas. Lo que tengo claro es lo que más me gusta de esta ascensión: el tramo que transcurre entre el desvío al parking del Tibidabo y el templo, apenas 800 metros a más del 10% de pendiente media, con dos dobles curvas que son una gozada.
Una de las rutas que menos realizo es la que incluye el paso por l'Arrabassada, el descenso a Sant Cugat, llegada a Cerdanyola, subida al Forat del Vent y nueva bajada hasta Barcelona; justo la que hice ayer, a la que tengo más aprecio. El motivo por el que la hago poco es que desemboco en la otra punta- según dónde vivo- de la Ronda de Dalt y tengo que rodar varios kilómetros por un recorrido que ni es ciudad ni carretera, ni sierra ni llano, con bastante tráfico,rotondas y semáforos. Sin embargo, el argumento que me impulsa siempre a hacerla es un entrañable cartel de madera que complementa a la perfección la nobleza de esta sierra, realizado por un original artista que ni siquiera es de aquí.
El origen está en la dichosa manía que tenemos los ciclistas de hacernos fotos con los carteles de los puertos de montaña, señalando su nombre y altitud. Con esta iniciativa, además, el cartel queda integrado en el entorno y la apariencia estética del lugar es entrañable: alguien ha dedicado su tiempo y sus recursos para expresar su cariño a un lugar, una montaña, una historia. Como éste hay ya varios por el relieve español- algunos de los cuales conozco-, otros han sido destruídos o eliminados, "replantados" y, por supuesto, hay proyectos para otros tantos puertos de carretera. El movimiento se expande y surgen nuevos artesanos que crean nuevos carteles, foros donde comentamos su actualidad y una persona que recopila la información y la organiza en un espacio web... admirable todo. "Ciclismo de madera y viento", "burucarteles".
Pues bien, la tranquila carretera que desde Cerdanyola conecta con Barcelona (Horta) por el Portell de Valldaura, tiene el enorme placer de lucir el cartel de "Forat del Vent", nombre que recibe del paso de una pista próxima. Son sólo 349 metros de altitud tras una ascensión no muy complicada por cualquiera de sus vertientes, pero el susodicho mojón lleva ya más de dos años en el lugar (celebrados como es debido), bien acurrucado a hurtadillas tras el quitamiedos de la carretera, en el olvido del vandalismo y con un estupendo estado de salud. La cara occidental es boscosa, la oriental más soleada y abierta a Barcelona y al mar, pero por cualquiera de las dos subes esperando trazar la última curva y ver esos sencillos trozos de madera con las raspas de pescado que utiliza como "logo" su creador.
Muy guapo.....
ResponderEliminarY muchas gracias por lo que me toca.....
Que bueno eres tio!!!!!