22 de mayo de 2013

Islandia (XXV). Niño con más de 30 años busca...

Si el recorrido circular que en Islandia hace la carretera nº 1, conocida como ringroad, no llega a 1.400 km, ¿cómo es posible que nosotros hiciéramos 3.300? ¿Acaso el olor de una pastelería no llama a darse un atracón de chocolate? ¿o el de una freiduría un homenaje de croquetas? La ruta de este anillo asfáltico muestra por si sola una isla espectacular, llena de paisajes y lugares increíbles, marcianos a veces, pero los desvíos son tan suculentos como el postre después de una comida. O mejor, golosinas para ir picando entre horas.
Dejábamos atrás las tierras de Norðurland y sus pistas recónditas, perdidas entre horas sin cruzarnos con nadie, y poníamos rumbo a Reykjavík. Pero aún quedaba un gran desvío, uno que nos metería de lleno en Snæfellsnes, una península con significado propio en el costado occidental de la isla.
Sus tierras separan Breiðafjörður de la bahía de Faxaflói, contienen acantilados y pequeños puertos pesqueros, salvajes campos de lava y cráteres propios de una guerra nuclear, pero sobre todo dan pie a un volcán "allí donde la sombra del Scartaris llega a acariciar antes de las calendas de Julio".
Este desvío era necesario, casi indispensable, porque la imaginación no está reñida con la edad, porque no podemos permitirnos olvidar los sueños infantiles y porque, a veces, incluso se nos presenta la oportunidad de vivirlos. Es un secreto a voces pero, una vez puestos en antecedentes, lo dejo para la próxima entrega...

2 comentarios:

  1. Podrían ser postales, que maravilla de escenarios y principalmente la gran maestría para captar su esencia!! besos :)

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    1. ¡Muchas gracias!
      Aprovecho para desearos muchísima suerte en vuestra aventura americana. Besos y abrazos a los dos ;)

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