23 de noviembre de 2012

Islandia (XII), arañando segundos

En el silencio absoluto la experiencia de escuchar crujir un glaciar es inolvidable, chasquidos que se suceden y resuenan entre las grietas de hielo y las aristas montañosas excavadas por la fuerza de la naturaleza. De vez en cuando un pedazo se desgaja, choca contra otros bloques y cae al agua que cubre la morrena. Sentir un glaciar de cerca es único, es compartir miles de años de nuestro planeta en un vistazo, dar la vuelta a la inmediatez para comprender que todas las formas de relieve que observamos son resultado de procesos que se han sucedido durante millones de años.
Y al final, esas fuerzas y presiones que han formado un hielo tan compacto como para excavar y erosionar una montaña, esas deformaciones, fracturas y plegamientos de la masa glaciar, terminan en algo tan sencillo como el agua que bebemos del grifo. Todo vuelve a empezar, y entonces escuchas otra vez el crujido, entre presiones salvajes y movimientos imperceptibles, sibilinos.
Sin prisas continuamos desgranando el camino islandés, saboreando cada palmo, cada momento, como una sopa caliente al anochecer mientras ojeas en el mapa el camino recorrido y lo que está por llegar al día siguiente.

2 comentarios:

  1. De las mejores fotos que te he visto en tu blog. Son todas impresionantes. Has avanzado una barbaridad.

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  2. Es todo un halago; la receta por zonas de Mellado está dando sus frutos, y eso que estas fotos son aún de la era JPG.

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